Augusto Frin - Pionero de Domínico - Juan Gimeno - 2006
La Infancia
Augusto Simón Frin nació en la ciudad de Paraná, Entre Ríos, el 15 de noviembre de 1884. Sus padres se llamaban Carlos Frin y Ana Lahargue. Habían llegado desde Francia unos años antes; con más precisión desde la región vasco-francesa, junto a los Pirineos, esa cadena montañosa situada a lo largo de la frontera franco-española, entre el mar Mediterráneo y el golfo de Vizcaya.
Revisando hoy la guía telefónica francesa, se pueden encontrar 327 apellidos Frin y 38 apellidos Lahargue. Algunas de esas personas serán primos lejanos de Ana y Carlos. Entre 1880 y 1930, alrededor de cuarenta millones de personas abandonaron Europa, huyendo de las guerras y del hambre, de los cuales Argentina recibió casi cinco millones; y si bien la mayoría eran italianos y españoles, el tercer lugar lo ocupaban los franceses, que hacia fines del siglo XIX sumaban el 2,4 % de la población total de la Argentina. Un tercio se afincó en la Capital Federal, siguiendo en importancia la provincia de Buenos Aires, y luego el litoral, sobre todo las provincias de Santa Fe y Entre Ríos, gracias a una política de radicación de colonias impulsada por el Gobierno Nacional.
Pocos datos se tienen de la familia Frin en Paraná, una ciudad que entonces no superaba los 15.000 habitantes. Allí pasó su infancia Augusto, internándose a hacer travesuras en la cercana e imponente selva en galería, nadando y pescando a orillas del río que había dado nombre a la ciudad, que en lengua guaraní significa “padre de los ríos”; también yendo a la escuela, ayudando a su madre en un pequeño comercio de venta de tabaco para liar y aprendiendo el oficio de talabartero.
Del resto de la familia sólo se sabe que los Frin tuvieron al menos una hija más, llamada Elisa, que décadas más tarde viviría en el Gran Buenos Aires, en una propiedad cedida por su hermano. Los que recuerdan a Augusto dicen que era muy parco para hablar de sus primeros años. De vez en cuando alguna referencia sobre su madre, pero ni una sola palabra sobre su padre. Ese silencio escondía viejas disputas familiares que lo decidieron, en 1895, con sólo once años, a huir de su casa rumbo al Norte, hacia el Gran Chaco.