Augusto Frin - Pionero de Domínico - Juan Gimeno - 2006
Un Hombre Noble y Humano
La irrupción de Nélida aportaría a la vida de Augusto las condiciones para iniciar una nueva relación con la comunidad que lo rodeaba.
Augusto era un hombre con modales de campo. Servicial pero introvertido, de caminar por el barrio y responder gustoso y paciente a las preguntas de los vecinos sobre cuestiones de salud; pero era difícil verlo “conversando por conversar”, o “haciendo sociales”. Decía lo que tenía que decir y seguía, sin que nada ni nadie lograra arrancarlo de su mundo. Alto y fuerte, con traje y sombrero gris y una rastra con monedas alrededor de la cintura, irradiaba un halo de seguridad y respeto.
Nélida era lo opuesto a aquel hombre reservado y hermético. Ya desde su puesto de secretaria había entendido de otra manera el trabajo. Supo convertir una actividad unipersonal en una verdadera empresa. Y más tarde, siendo ya su esposa, optimizó el excedente de dinero que llegaba a sus manos. Se cuenta que hasta entonces, Augusto recaudaba las ganancias diarias dentro de una lata, manteniendo las costumbres simples de cualquier vendedor ambulante. Lo mismo sucedía a la hora de repartir; ante cualquier pedido de amigos o pacientes en problemas, sacaba dinero de su bolsillo y lo entregaba, sin medir demasiado las verdaderas motivaciones del suplicante. Ejercía esa especie de solidaridad cristiana y salvaje del hombre del interior, que da cuanto tiene al que lo necesita sin preguntar demasiado. En cambio Nélida, más relacionada con el barrio, lo llevó de la mano a los clubes y a las sociedades de fomento, y desde allí comenzó a direccionar sus donaciones, con objetivos más colectivos. Conformaban una sociedad perfecta, de esas que nacen de la complementación de los opuestos. Él aportaba el carisma y una particular forma de sabiduría intuitiva; y ella la sensibilidad a través de la actividad social. Él era el misterio y la magia; ella la planificación.
Desde que llegó aquella mañana con sus valijas, no se separarían más. Sin embargo, Augusto fue un candidato difícil a la hora de formalizar la unión. Fue también en esto un adelantado a su tiempo, ya que tomó la decisión de casarse por civil recién en 1931, seis años después de que naciera el único hijo que tendría la pareja, José Augusto, el 3 de marzo de 1925. El casamiento por el rito de la Iglesia Católica se realizó en 1934, en la estancia La Bonita, de mil hectáreas, que Augusto había adquirido en la localidad de Navarro. José llegó a ser un reconocido médico, clínico y cirujano. Se casó con Haydée Lidia Gandolfo, con quien tuvo ocho hijos y vivió con su nueva familia y sus padres en el predio de Belgrano 4194. Allí, en el jardín, aún se conserva en pie un grueso árbol, con una placa en la que puede leerse: “Cedro plantado por Nélida G. de Frin el día que nació su nieto primogénito Jorge Augusto Frin”.
José falleció en 1995. Por otra parte, Bernardo Sabá dejó la casa paterna al cumplir la mayoría de edad. Se casó en 1945 con Carmen González, y la ceremonia religiosa también se realizó en la estancia La Bonita, siendo Nélida y Augusto los padrinos. La pareja vivió en el partido de Lanús, de donde era Carmen, y no tuvo descendientes.
Esta segunda etapa de la vida de Augusto, se desarrolló en una ciudad con un proceso de transformación voraz. De los 78.637 habitantes que había en 1927 en Avellaneda, se llegó a casi 400.000 en 1940 (1). Fernández Larrain comenta al respecto: “Un ligero análisis del lapso comprendido entre 1930 y 1944, nos permite observar el desarrollo de la industria y el comercio en ese tiempo. En 1931, el Padrón Municipal registró 6501 establecimientos (...) y en 1943, 9938 establecimientos. En 1940, la Municipalidad ordenó la realización de un censo de desocupados en el Partido. Éste, efectuado en el mes de Julio, dio un total de 1255 desocupados sobre algo más de 20.000 trabajadores” (2).
Avellaneda se fue convirtiendo en “la primera ciudad industrial del país”, presidida por un sistema político que alternaba el apoyo popular con escandalosos fraudes electorales, según fuera la necesidad del momento. El 4 de enero de 1907, casi simultáneamente con la llegada de Augusto, había asumido la intendencia Alberto Barceló, que sería el hombre fuerte e indiscutido hasta la revolución del 4 de junio de 1943.
Durante esos años, su ascendencia sobre la gente convirtió a Augusto en un referente, en un caudillo silencioso, actitud que no pasó desapercibida para la clase política, siendo tentado a ocupar diversos cargos públicos. Finalmente decidió volcarse hacia el Partido Radical, que representaba, con Hipólito Yrigoyen como líder nacional, el progresismo y la transparencia, en oposición al conservadurismo de Barceló. Algún familiar recuerda afiches guardados de la campaña política en la que Augusto participó como candidato a concejal, aunque finalmente no fuera elegido. De todas maneras, Barceló lo conocía y lo respetaba, y más de una vez llegó hasta él para solucionar problemas de salud. “Si alguien lo molesta, usted dígale que es socio de Barceló”, le había dicho en una ocasión, como máxima demostración de su agradecimiento.
Más allá de esta aventura política, el matrimonio siguió cerca de las necesidades de la comunidad, realizando todo tipo de donaciones. Cuando el 22 de diciembre de 1987 José Frin inauguró la Ciudad de Compras de Villa Domínico, un proyecto que dirigió, en su discurso realizó una enumeración de los más destacados “logros de mis padres”, entre los que mencionó “la primera ambulancia a caballo de la zona y la primera ambulancia a motor, la primera iluminación a gas de carburo de la calle Belgrano, el primer pavimento del vecindario y la construcción de la primera sala de la Cruz Roja” (3). Querer completar esa lista puede ser una tarea imposible, aunque se puede mencionar la donación de un coche bomba a los Bomberos Voluntarios de Villa Domínico, o el sostenimiento económico del Hogar Escuela que funcionó, en los años 50, en la avenida Mitre 4661, donde durante más de diez años proveyeron de desayuno, almuerzo y cena a cuarenta niños y ancianos carenciados.
Otra de las actividades destacadas de Augusto Frin fue su activa participación en la filial Villa Domínico de la Cruz Roja. Esta institución comenzó a realizar tareas de socorro en dos episodios dolorosos y relevantes del país, como fueron la guerra contra el Paraguay, entre 1865 y 1870, y la epidemia de Fiebre Amarilla, en 1871, esta última que tantas víctimas causara también en la población de Avellaneda, debido a la contaminación del Riachuelo. La Cruz Roja Argentina fue fundada oficialmente el 10 de junio de 1880, por iniciativa de los médicos Guillermo Rawson y Torivio Ayerza.
La filial Villa Domínico se fundó el 10 de junio de 1924, con sede en la calle Adrogué (hoy Centenario Uruguayo) 727, formándose una brigada sanitaria que tenía por objeto prestar los primeros auxilios y colaborar en el traslado de enfermos hasta el hospital Fiorito. Seguramente el primer local donde funcionara, y la ambulancia utilizada para los traslados hayan sido las donaciones que José mencionó en su discurso.
En el diario La Ciudad del 11 de junio de 2004, con motivo de celebrarse el 80 aniversario de la fundación de la filial de Villa Domínico, se menciona que “la institución encontró en don Augusto Frin, presidente de 1936 a 1946, y de 1951 a 1953, un extraordinario benefactor”. La sola mención de los doce años al frente de la Cruz Roja permite asegurar que su labor no fue meramente honorífica, sino que se comprometió en una tarea de largo plazo. Algunos viejos socios que transitan los pasillos de la nueva sede, en la calle Villegas 4947, recuerdan un ambicioso proyecto promovido por Augusto para la construcción de un gran hospital, que nunca pudo concretarse.
Parece existir una contradicción entre la labor de presidente de una institución de la medicina oficial, como era la Cruz Roja, con su tarea diaria de vidente y la prescripción de yerbas no reconocidas por la farmacopea legal. Sin embargo para él no había tal contradicción, sino que pensaba que cada uno de estos recursos debían utilizarse según las necesidades de cada momento.
Augusto Frin, a la derecha, donando una ambulancia a la Cruz Roja local, en el año 1937
(1) Es necesario aclarar que hasta 1944, Lanús pertenecía al partido de Avellaneda.
(2) Fernández Larrain, Federico. Op. Cit. (1986). Pág.172.
(3) Sin referencias de autor. Inauguración de la Ciudad de Compras de Villa Domínico. Diario La Ciudad. 23 de diciembre de 1987. Pág. 8.
(2) Fernández Larrain, Federico. Op. Cit. (1986). Pág.172.
(3) Sin referencias de autor. Inauguración de la Ciudad de Compras de Villa Domínico. Diario La Ciudad. 23 de diciembre de 1987. Pág. 8.